En la línea minimalista de HK, un mapache amante del clasicismo musical
Probablemente para mantener la cordura del personal de Sanrio, en estos más de 30 años a Hello Kitty le han ido naciendo compañeros como hongos. Como su leitmotiv es el rollito “yo quiero tener un millón de amigos”, la nómina de personajes no tiene cuento y conforma una orgía de ñoñez y surrealismo que llena de alegría los corazones más atormentados.
Los amigos de Hello Kitty están dotados de su propia idiosincrasia. Unas características notabilísimas, pensadas por una mente delirante, los distinguen y les otorgan identidad, como a Chococat, simpático pero chismoso; Pandapple, que vive en una manzana, se sienta en su sillón-manzana y come manzanas; Monkichi, un mono aspirante a poeta; Purin, el perro que solo duerme la siesta y se pasea con su amigo ¿Panecillo?; Landry, un mapache melómano obsesionado con lavar la ropa y que adora a Mozart o Pochacco, un cachorro de perro vegetariano y deportista.
En definitiva, un universo que solo los japoneses podrían haber creado, ajeno en todo momento a las leyes de la lógica más elemental y que ha logrado traspasar no solo las blandas cabezas de las niñas de 12 años, sino las de señoras hechas y derechas.
Pero para eso existe la Résistance: Kittyhell.com es la web de un “hombre con una sobrecarga de monaditas”, un lugar donde un marido cansado del espíritu de la Navidad que posee hace décadas a su esposa analiza reposadamente el fenómeno Hello Kitty desde la óptica del sentido común.